Suave amanecer en el llano, donde las mariposas monarcas sobrevuelan las flores.
Mis manos se deslizan por las
ondulaciones caprichosas de la creación y su piel queman las yemas de mis
dedos.
A lo lejos un Benteveo dice pitojuan,
canto elemental que nos llega por la
brisa del alba.
Ella, me encandila con sus ojos
verdes, que impregnan en mí un hechizo irresistible.
Y
así deseo su piel una y otra vez, como las rosas desean las refrescantes
lluvias de verano.
Y el tiempo pasa…
Y el sol se oculta tras los maizales…
Mi
incredulidad me exaspera.
Sin entendimientos de porque ella está
conmigo,
invoco a los dioses para una repuesta…
Las señales son extrañas…
Una sonrisa, un beso, un te amo…
Suave anochecer en el llano…
Las luciérnagas sobrevuelan la flor…
Su piel aun queman las yemas de mis dedos...